Historia Completa del Asombroso Escape Talibán de la Prisión
Por. Patrick Coburn.- Counterpunch.org
Traducción del Inglés al Español de su servidora.
Fue uno de los grandes escapes de la historia en términos de la ingenuidad y la perseverancia de los involucrados.
Sucedió a las 10pm del 25 de abril de este año en el sur de Afganistán cuando, después de cinco meses de cavar un túnel, los excavadores Talibán finalmente quebraron el piso de concreto de una celda en el centro de la prisión de Sarposa en las afueras de la ciudad de Kandahar.
Detrás de ellos un túnel serpenteado de tres pies de alto y casi 1,200 pies de largo que los llevó por debajo de los muros de la prisión a una casa en el lado lejano del camino principal.
Durante las siguientes cinco horas unos 541 prisioneros, uno de ellos con una pierna rota, cruzaron gateando el camino hacia la libertad.
Únicamente cuando los guardias trataron de llevar a cabo su llamado regular de la lista en el patio de la prisión ya en la mañana descubrieron las celdas vacías de las que se desvanecieron algunos de los prisioneros más peligrosos del mundo.
La historia del escape no solo es apasionante en sí sino que demuestra que los Talibán (a los que generalmente se nos han presentado como fanáticos lavados del cerebro) som imaginativos, disciplinados e ingeniosos.
Esto es lo que los hace tales adversarios formidables de los ejércitos Estadounidense, Británico y Afgano a pesar de su inferioridad en número, entrenamiento y armas.
El escape de la prisión de Kandahar ilustra una capacidad para prever las dificultades y encontrar formas de superarlas.
Además, el escape es también una de las pocas complejas operaciones llevadas a cabo por el Talibán sobre las que están disponibles todo una narración de su lado que puede ser confirmada ampliamente por las fuentes del gobierno de los Estados Unidos y Afganistán.
Algunos de estos detalles surgieron inmediatamente después del escape al presumir los voceros del Talibán su éxito y el gobierno Afgano y los funcionarios de los Estados Unidos produjeron sus propias embarazosas explicaciones sobre lo que había salido mal.
Pero la historia completa del escape de la prisión de Kandahar salió sólo meses después cuando el Talibán permitió que se publicaran los detalles del escape en la revista Árabe, Al-Somood.
Se publicaron dos artículos, uno que parece ser la historia oficial larga del Talibán del escape complementado por una segunda pieza más corta, publicada bajo el nombre de “Muhammad Idris”, un joven combatiente Talibán que estuvo en la prisión de Sarposa esperando juicio y fue uno de los primeros que entró al túnel.
Los dos artículos fueron traducidos y puestos on line en el prestigiado sitio Afghanistan Analysts. Son prudentes sobre unos cuantos episodios, como la posible complicidad de los guardias de la prisión pero su historia, a fin de cuentas, es convincente.
La prisión en la que se logró el escape masivo está en el distrito de Sarposa de Kandahar, cercano al camino desde Kandahar a la ciudad occidental de Herat, y es el centro de detención más grande en el sur de Afganistán. Se usó para retener a los insurgentes capturados desde el corazón de la rebelión del Talibán.
Había sido reconstruido sustancialmente, fiándose en asesoría Estadounidense y Canadiense para construir una prisión segura, para prevenir ataques desde el extrior o el escape desde el interior, dándose ambos en la última década: En 2003, cuando se escaparon 45 Talibán por un túnel excavado desde el interior y en 2008 un atacante suicida hizo volar las puertas de la prisión y se escaparon 900 prisioneros.
Estas fallas apremiaron una reconstrucción a gran escala diseñada para hacer imposibles los escapes. Se construyeron más torres de vigilancia y se instalaron cámaras de vigilancia, nuevos muros altos se extendieron por debajo de la superficie para evitar la excavación de túneles y la prisión fue rodeada por una profunda trinchera.
Muchos del Talibán aceptaron que la prisión ya estaba a prueba de escapes. Pero un miembro no mencionado del movimiento, según una historia inspirada en el Talibán, no estaba seguro. Se dice que, de algún modo, misteriosamente, pudo obtener el conocimiento completo, por sus conexiones, del interior y del exterior de la prisión” y se convenció de que podría “ser posible cavar un túnel desde el interior de una casa desde el otro lado de la calle hacia la prisión como medio para liberar prisioneros”. Al principio, estaba nervioso de decirle a alguien su idea, pero finalmente, la compartió con otros dos combatientes Talibán con quienes viajaba en una motocicleta. Escéptico al principio estos hombres le dijeron al alto mando Talibán local en Kandahar que luego sancionaron el esquema.
A fines de 2010 un pequeño grupo de confiables Mujaidin Talibán rentaron una casa al suroeste del complejo de la prisión.
Trajeron trabajadores para hacer bloques de concreto para vender de forma que pareciera que la casa era de una compañía de construcción que ganaba dinero del boom de la construcción.
Había una torre de vigilancia cerca así que, para dar cubierta a la actividad en la casa, los trabajadores estaban ocupados haciendo bloques de concreto en el patio durante el día.
Era solo cuando estos trabajadores, que no sabían nada del plan de escape, se iban al anochecer que comenzaba el verdadero trabajo de la compañía de construcción, que era cavar un túnel con dirección a la prisión, cuyo punto de inicio era una habitación dentro de la casa.
Al principio, había solo cuatro Mujaidines que sabían el secreto y se involucraron en la excavación, uno de ellos trabajaba en la cabeza del túnel con un zapapico mientras que los otros tres retiraban la tierra.
El túnel era demasiado estrecho para usar una carretilla así que fueron al mercado y compraron triciclos para niños que convirtieron en carretillas al quitarles el asiento y las manijas, sustituyéndolas con una vasija para la tierra excavada.
Llenas de tierra, estas eran jaladas con una soga hacia la boca del túnel. Deshacerse de la tierra fue más fácil de lo que se suponía porque la tierra suelta tiene valor en Kandahar y la vendían por camión en el mercado local.
Durante dos meses, los cuatro hombres trabajaron en el túnel, pero para aumentar el progreso se dobló la cantidad a ocho que cavaron más de 12 pies por noche. Inevitablemente, después de 300 pies, comenzaron a sufrir por la falta de oxígeno y después de otros 150 pies el aire viciado hizo el trabajo imposible.
Los excavadores trataron con un abanico ventilador pero sufrieron de dolor de cabeza hasta que una máquina bombeadora de aire operada con batería les pudo brindar aire silenciosamente a través de un ducto.
Se preocupaban de que el camino bajo el cual cavaban el túnel, a únicamente 7.5 pies por debajo de la superficie pudiera hundirse cuando pasaran los pesados camiones militares hacia y desde la prisión.
Lo pusieron a prueba estacionando un camión para carga de arena propio encima del túnel y aun cuando parecía seguro, decidieron cavar más profundo.
En este punto, algo comenzó a ir mal. Más tarde un vocero del Talibán presumió de que “desde el principio tuvimos el apoyo de profesionistas expertos, gente que eran ingenieros entrenados que nos asesoraron para cavar y pudimos localizar el punto donde estaban detenidos los prisioneros”.
Pero, por su propia admisión, no fue esto lo que sucedió exactamente. Antes de que siquiera llegaran a los muros de la prisión, los excavadores por completo perdieron el camino y excavaron 340 pies de túnel en dirección equivocada.
Sólo se dieron cuenta de esto cuando llegaron a un ducto de metal que no tenía nada que ver con la prisión sino que iba a un poblado vecino.
Sólo cuando consiguieron un mapa de la prisión, que lo lograron simplemente descargándolo de la Internet.
No obstante, la pérdida de tiempo era grave porque sólo podían trabajar de noche, para evitar sospechas en los trabajadores de la fábrica de bloques de concreto.
Se acercaba el verano y las noches se acortaban.
El número de trabajadores en el túnel se elevó a 21 para acelerar el progreso del túnel bajo el centro de la prisión.
Los prisioneros estaban en dos lugares: La mayoría en la llamada ala política, pero otras estaban en un salón chico que se llamaba “Tawqif Kannaqh” que fue al que llegaron primero los excavadores.
Lo encontraron al escuchar el sonido de un prisionero, que sabía del plan de escape, golpeando el piso encima de ellos.
Habiéndose orientado, pasaron otros cinco días excavando bajo el ala política. La fase final del escape implicaba muchos riesgos.
El hombre que la dirigencia Talibán puso a cargo era el mismo que había tenido primero la idea del escape.
Manteniendo tanta secrecía como era posible hasta el último minuto, él desarrolló un plan meticulosamente organizado para sacar a los prisioneros por el estrecho túnel con el menor peligro de ser descubierto.
Para dar más aire se instaló una bomba más poderosa y el ducto del aire se punzó en diez lugares de forma que todas las partes del túnel recibieran suficiente oxígeno.
Se conectaron con cable eléctrico unas 45 lámparas y se colgaron en los lados para iluminar el túnel.
Unos atacantes suicidas esperaban en la superficie para lanzar un ataque de distracción si era necesario.
Se colocó un cable telefónico de forma que, en cuanto se abriera el túnel en el extremo de la prisión, se pudiera pasar un teléfono para que los de dentro y los de fuera pudieran coordinar sus acciones.
Fue crucial para el éxito que tres o cuatro (las fuentes varían) prisioneros supieran del complot del escape.
Se tuvo mucho cuidado para evitar que varios prisioneros que habían sido identificados como espías para la administración de la prisión dieran la alarma.
Se usaron gatos de automóvil para romper los pisos de concreto en las dos partes donde estaban los prisioneros Talibán.
En cuanto se estableció comunicación se les dieron cuatro pistolas y cuatro navajas a los prisioneros para encargarse de cualquier informante o espía que pudiera poner en peligro el rescate.
Uno de los que estaban en el ala política de la prisión era Muhammad Idris de 24 años, un combatiente Talibán que había sido detenido hacia cuatro meses y estaba esperando su juicio.
Él da una descripción gráfica de los momentos finales del escape.
De forma interesante, dice que todas las puertas de las celdas internas en el ala política de la prisión estaban abiertas para dar la impresión de que el control de los guardias sobre los prisioneros, muchos de lo que tenían sus propios teléfonos celulares, era limitado.
Otro escapado, dice que los guardias casi siempre estaban dormidos o estaban drogados con opio, mariguana o heroína y no estaban en posición de detener a nadie que se escapara de la prisión. Por supuesto, esto podría ser una tapadera para ocultar la colusión de los guardias en el escape.
Muhammad dice que él supo por primera vez del escape cuando lo invitaron junto con muchos otros, a comer y orar con un Iman en una sala.
Fue el Iman el que les dijo del plan para escapar esa noche.
A una parte del piso de la celda se le había quitado la alfombra dice Muhammad: “Momentos después hubo un sonido debajo del área despejada” y luego se usó el gato de automóvil para romper el concreto.
Muhammad explica porque necesitaban las armas: “Esta ala tiene dos salones con prisioneros delincuentes y también hay una cantidad de espías policías.
De forma que se tomó la decisión de que si esos espías iban a causar problemas o trataban de decirles a los guardias de la prisión, los mataríamos”.
Se les dijo a los prisioneros que no podrían traer equipaje consigo.
Muhammad fue el segundo hombre en entrar al túnel.
Da una descripción de lo que fue: “El túnel no era muy ancho. Podíamos caminar agachados o gatear con facilidad.
Cada 15 metros (45 pies) había una lámpara lo que fue muy brillante.
Los Mujaidin habían colocado un ducto de plástico de 6” para ventilación.
Nos llevó como 15 minutos dentro del túnel hasta que alcanzamos el otro extremo”.
Conforme salían del túnel, los revisaba un grupo de Mujaidines que les quitaron los celulares y todo dinero que superara los 3,000 Afganis.
No había suficientes automóviles ni camiones para llevárselos de modo que aquellos que conocían Kandahar se les dijo que salieran por detrás de la casa y se fueran a pie hacia la ciudad usando los callejones traseros. Muhammad dice que él y unos amigos le hicieron señas a un taxi alrededor de las 4 am y pasaron dos puestos policíacos.
Para entonces todos los prisioneros políticos ya estaban libres incluyendo a un hombre con clavos de acero en sus piernas. Éstos se le rompieron en el túnel pero fue llevado a la salida por otros fugitivos.
El Talibán pone el costo de toda la operación en $ 20,000 “por la renta de la casa, el alimento de los Mujaidin, el costo de los camiones de carga y demás equipo”.
El relato de cómo pudieron dispersarse 500 hombres en Kandahar sin que nadie lo notara en medio de la noche suena extraño pero es concebible.
Las casas Afganas a menudo son complejos que miran hacia el interior con muros externos simples y es imposible saber qué es lo que sucede dentro.
El relato Talibán dice “la casa que se usó en la operación estaba como a 20 metros (60 pies) de la torre de vigilancia del enemigo” que podía ver hacia el interior del complejo.
Probablemente, fue la audacia de llevar a cabo una excavación así de gigantesca por un período tan largo bajo las narices de los guardias de la prisión, lo que evitó que descubrieran lo que pasaba ahí.
Es impresionante también, la habilidad de que por lo menos las 25 personas implicadas en el plan de escape en sus fases finales mantuvieran el secreto.
En los días posteriores al escape, los medios extranjeros se concentraron en la ventaja del Talibán de haber liberado a tantos combatientes experimentados capaces de regresar al campo de batalla.
Pero, lo mas significativo, tal vez, es la forma en que el gran escape de la prisión de Kandahar demuestra la habilidad y resolución del Talibán y demuestra porqué cada vez se pone más difícil derrotarlos.
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Por. Patrick Coburn.- Counterpunch.org
Traducción del Inglés al Español de su servidora.
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