Una traición más para los palestinos
Melvin Goodman
La historia de los palestinos es una historia de traición. Tras la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia rediseñaron el mapa de Oriente Medio para sus propios fines. Crearon países con fronteras artificiales, lo que provocó disturbios y levantamientos. Durante la guerra, habían firmado un acuerdo secreto —el acuerdo Sykes-Picot— que frustró las esperanzas palestinas de independencia. Al año siguiente, la Declaración Balfour exigió el establecimiento de una patria judía en lo que entonces era Palestina.
Muchos de los palestinos, que fueron desalojados en 1948, han vivido desde entonces en campos de refugiados en Gaza, Líbano y Jordania. Visité varios de estos campos en las décadas de 1970 y 1980; en la mayoría de los casos, fueron horribles.
En 1956, Israel se unió en secreto a la invasión británica y francesa de Egipto para controlar el Canal de Suez. Esto convenció a los líderes árabes de que Israel formaba parte del movimiento colonial europeo para mantener el poder y la influencia en Oriente Medio.
En 1967, Israel adquirió la totalidad de Jerusalén y Cisjordania en la Guerra de los Seis Días. Israel describió falsamente su invasión como un ataque preventivo, aunque no había pruebas de que los estados árabes estuvieran a punto de usar la fuerza contra Israel. El estado árabe más fuerte en ese momento era Egipto, que no estaba en condiciones de atacar a Israel, ya que sus mejores fuerzas terrestres estaban en Yemen, donde se estaba librando una guerra civil. El hecho de que los aviones de combate egipcios estuvieran estacionados uno al lado del otro, vulnerables a los ataques israelíes, era otro indicador de la falta de preparación de Egipto para la guerra. Los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 previeron un mayor papel de la Autoridad Palestina en el gobierno de los territorios ocupados. Sin embargo, los colonos judíos en Gaza y Cisjordania actuaron rápidamente para crear asentamientos ilegales en estos territorios. La triste realidad es que Israel se asentó ilegalmente en estas tierras tras sus éxitos militares. El gobierno israelí no tenía planes de permitir la creación de un Estado palestino y aprobó y expandió tácitamente los asentamientos. Los gobiernos israelíes ayudaron a los colonos a tomar tierras palestinas y nunca consideraron utilizar estos territorios como palanca para crear una paz genuina en la región.
En 2009, la ONU publicó un análisis de 575 páginas sobre el conflicto de Gaza que documentaba que las violaciones y los crímenes de guerra más numerosos y graves cometidos en la región fueron cometidos por Israel, y que el bloqueo israelí de Gaza equivalía a un "castigo colectivo". El informe calificó las acciones de Israel como una "política deliberada de fuerza desproporcionada dirigida a la población civil". Se afirmó que un tribunal competente determinaría que se había cometido el delito de persecución, un crimen de lesa humanidad. Lamentablemente, Estados Unidos respaldó el rechazo de Israel al informe, como ha respaldado prácticamente todas las políticas israelíes de agresión.
Y ahora tenemos un "plan de paz" que los grandes medios de comunicación tratan como un "camino visible hacia un logro generacional". El líder de la oposición israelí, Yair Lapid, y otros incluso apoyan la concesión del Premio Nobel de la Paz a Donald Trump. Pero aún no hay paz y no debería haber ningún premio.
Una vez más, los palestinos han sido traicionados. Es cierto que el plan no conducirá a un Estado palestino. Benjamin Netanyahu lo ha dejado claro, y el propio plan solo se refiere a la autodeterminación palestina como una "aspiración". El alcance de la ocupación israelí de Gaza es incierto, pero la continua pérdida de territorio en Cisjordania es segura. La reconstrucción de Gaza también es incierta porque Israel seguirá controlando los materiales de reconstrucción que se permitirán en la región. ¿Quién proporcionará los fondos y recursos? ¿Quién participará en la operación que costará decenas de miles de millones de dólares?
Ni los palestinos en su conjunto ni la Autoridad Palestina fueron consultados sobre ninguno de los términos del acuerdo, y los mediadores árabes de Egipto, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos no presionaron para que se desempeñara un papel de mediación serio ni protegieron los intereses de los palestinos. La renuencia de Estados Unidos a otorgar una visa diplomática al líder de la Autoridad Palestina para su visita anual a las Naciones Unidas, y su continua negación de financiación a las principales organizaciones palestinas de derechos humanos, demuestra la falta de objetividad por parte de la administración Trump. En consecuencia, la referencia del plan a la "desradicalización" parece significar simplemente la continua negación de cualquier papel real para los palestinos en Gaza. Las traiciones continúan, al igual que la continua persecución de los palestinos.
Melvin A. Goodman es investigador principal del Centro de Política Internacional y profesor de gobierno en la Universidad Johns Hopkins. Exanalista de la CIA, Goodman es autor de "Failure of Intelligence: The Decline and Fall of the CIA" (Fallo de la inteligencia: El declive y la caída de la CIA), "National Insecurity: The Cost of American Militarism" (Inseguridad nacional: El costo del militarismo estadounidense) y "A Whistleblower at the CIA" (Un denunciante en la CIA). Sus libros más recientes son “American Carnage: The Wars of Donald Trump” (Opus Publishing, 2019) y “Containing the National Security State” (Opus Publishing, 2021). Goodman es columnista de seguridad nacional de counterpunch.org.///
*Tomado sin fines de lucro del mejor sitio de opinion del planet counterpunch.org
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